Cómo afrontar un nuevo año con energía
El calendario ha cambiado de página, estrenamos nueva fecha y nuevo año, aunque seguimos inmersos en una “montaña rusa” de complejidad y retos. No obstante, ¿quién no hace planes, se pone objetivos y nuevas metas al principio de cada año?
Puede pasarnos que en pocas semanas perdamos fuelle y empecemos a desalentarnos si no cumplimos nuestras metas y propósitos. Y es que el cambio continúa muy presente y la incertidumbre más en nuestro día a día.
Y el estrés parece un inquilino que ya no se va de nuestras casas, de nuestras vidas. ¿Qué nos puede pasar entonces? ¿Qué riesgo corremos? Que normalicemos el hecho de sufrir estrés, y no nos atendamos como merecemos.
¿Es “malo” el estrés?
NO necesariamente. Al menos, no desde la mirada salutogénica. La salutogénesis, precisamente al investigar sobre el estrés, rechaza la hipótesis de que los factores estresantes sean intrínsecamente negativos.
Lo que “es malo” es que normalicemos vivir con estrés, con la ansiedad y la tensión que nos provoca. Que no nos atendamos y curemos es lo que puede ser, no malo, sino fatal.
Mientras sigamos viéndonos fragmentados, y viviéndonos divididos entre: mente y cuerpo, salud y enfermedad, bueno-malo, positivo-negativo, etc.…, todo se circunscribe a un ámbito de polaridad desde el que se favorece que vivamos las situaciones de nuestra existencia con estrés.
Rechazamos uno de los polos, porque queremos estar en el otro. Esto nos hace perder una gran cantidad de energía.
Energía y estrés
También intercambiamos energía con las personas, con los seres vivos, con todos nuestros entornos. Entre ellos y nosotros se dan interacciones emocionales que afectan a nuestras funciones biológicas y fisiológicas. Y son importantes para determinar nuestra salud.
Aunque la aproximación medica predominante todavía considera que cuerpo y mente son separables entre sí e incluso separables del entorno en el que ambos existen, la observación directa y la investigación salutogénica nos dice y demuestra que:
los factores estresantes pueden tener consecuencias saludables o beneficiosas, dependiendo de sus características y, sobre todo, de la capacidad de las personas para resolverlos (Antonovsky, SOC).
Superar desafíos y límites propios, sentir que crecemos y sentirnos conectados a todo y todos nos ayuda a ganar y expandir nuestra energía vital.
Los efectos del estrés se agudizan en momentos de cambio
El estrés es uno de los efectos más estudiados por investigadores de muy diversos campos del conocimiento y origen: sociología, fisiología, neurología, enfermería, farmacia, psicología, medicina…
Los efectos del estrés se agudizan especialmente en momentos de cambio. Y están relacionados con la manera en que percibimos los acontecimientos de nuestra existencia. Si los vemos y pensamos como amenazas, se dispara el nivel de ruido mental, y vamos a perder fácilmente la anhelada “peace of mind” o paz interior.
El problema de las investigaciones sobre el estrés hasta la fecha, y a pesar de que llevamos más de 7 décadas de recorrido, es que sigue sin reconocerse abiertamente el impacto fisiológico que tienen las emociones y el pensamiento que las desencadena, en nuestros organismos.
Superar la tensión y el estrés se entrena
La Gestión del estrés es una de las competencias clave para la vida y la salud. La nombró la O.M.S. en 2003 entre las 10 habilidades básicas que necesitamos aprender desde la infancia y juventud para obtener y preservar una optima salud mental.
Otras habilidades relacionadas son el conocimiento y reconocimiento de las emociones y sentimientos, la superación de conflictos, como abordamos problemas,
Puedes encontrar una explicación detallada acerca del estrés y su impacto en nuestra salud en varios de los podcasts de la Escuela:
- Estrés, Salud y Enfermedad mental
- ¿Estás empachado de Pensamientos negativos?
- La Ansiedad es hija del miedo
¿Quieres ganar energía?
Pues es fácil, solo hay que encontrar tu motivación y sentido. Son numerosos los estudios que nos dicen que la falta de sentido y de propósito vital está asociada al malestar psicológico y físico.
Y siendo esto así, tampoco sería adecuado que nos empeñemos en tenerlo claro ahora, hoy. Los estudios citados destacan que se da malestar psicológico y físico cuando nos empeñamos, obligamos y forzamos en la búsqueda de objetivos y su cumplimiento.
Lo que sí hace falta ahora es que vivamos con la determinación de querer encontrar sentido a lo que sucede. Sin escaparse a por la siguiente experiencia, sin conectar ni encontrar el sentido a esta que vivimos ahora.
No es la cantidad de experiencias que se viven sino la calidad y calidez con que se viven lo que les da profundidad y sentido. Tener retos, metas y propósitos es algo loable, pero no debe convertirse en un deseo constante de búsqueda de nuevos retos y experimentación. Esta actitud es un indicador de malestar, especialmente entre los jóvenes (16 a 29 años) y entre los adultos de mediana edad joven (30 a 49 años).
El sentido nos ayuda a evitar el desaliento por sentir que hemos fracasado con los propósitos de año nuevo. Cuando nos encontramos con lo que da sentido a este momento, no vives ya nada como un fracaso o un éxito, sino que abres la puerta a la confianza y la gratitud. Numerosos estudios han hallado evidencias de que encontrar un mayor sentido a la vida se relaciona con mayores niveles de bienestar y estabilidad psíquica.
El arte de enmarcar los propósitos
Cuando se avanza en esta ciencia y arte de fijarse propósitos, metas y objetivos, es importante asegurarse que los propósitos sean significativos y motivantes desde una perspectiva humana.
- Es decir, que los propósitos que nos planteemos tengan en cuenta que somos seres multidimensionales y pluripotenciales. Y aplicarnos una mirada abierta y completa nos conviene.
- Que tengan sentido, porque lo que buscamos es que las diversas inteligencias, capacidades y facetas que hemos venido a expresar, convivan y se expandan en coherencia.
- Que los propósitos se enmarquen en un ámbito más amplio, que nos da sentido, facilitará que vivamos los acontecimientos como oportunidades.
De este modo, aumentará nuestra comprensión sobre lo que sucede. Y nos desafiaremos con ganas y esperanza, a encontrar los activos, competencias y recursos que precisamos y se llenará de satisfacción y calidad nuestra vida.
Curarnos del estrés reenfocando nuestra energía
“No es el estrés el que nos mata, es nuestra reacción a él. Si quieres vivir una larga vida, enfócate en hacer contribuciones. Cada estrés deja una cicatriz indeleble, y el organismo paga por sobrevivir después de una situación de estrés, envejeciendo un poco” (H. Selye)
Y es que perdiendo los temores al cambio se ganan oportunidades de servir y de dejar una huella de calidad en esta vida tuya y de ti hacia los demás.
Si quieres empezar este recorrido con un primer paso, puedes revisar: ¿Quién soy? ¿Qué me mueve? Está planteado para que subas una escalera de 11 pasos (10 + 1) en los que recorrerás un estimulante camino de la mente al corazón.
La energía del corazón no contiene ansiedad, es una energía en bombeo permanente que te conduce a conocerte y a conectar con lo que estás llamado a realizar en este año, y en los que han de venir. Porque ahora y cada día, podemos llenarnos de energía y salud.