La crisis del coronavirus acelera ahora la adopción de medidas económicas y desde Bruselas van llegando noticias sobre las ayudas económicas que la Unión Europea va a destinar para la recuperación de la crisis a los países miembros.
Este es un momento para escuchar, para empatizar y tomar decisiones, aunque tengamos dudas y nos falten respuestas y garantías. Con el carácter que imprime a estas ayudas, Europa confirma su visión solidaria y compromiso social que le ha caracterizado históricamente y esto es una noticia esperanzadora.
Ahora bien, me pregunto: ¿en términos de qué vamos a medir el retorno y el impacto de estas ayudas e inversiones? Porque si la economía no sirve a la ganancia de calidad de vida y bienestar de los ciudadanos de un país, ¿a quién o a qué sirve?
- La otra aceleración en la crisis post_Covid tiene que ver con la experiencia de salud
- Crisis sanitaria y crisis económica: ¿qué vamos a priorizar?
- El PIB y la calidad de vida: ¿qué y cómo medimos?
- Recomendaciones de calidad de vida según la Comisión Sarkozy
- Hacerle sitio al bienestar y al desarrollo humano en los presupuestos: La mirada social
La otra aceleración en la crisis post_Covid tiene que ver con la experiencia de salud
Escuché esta frase al estimado Xavier Marcet hace algún tiempo. Europa y todos queremos salvar empresas, negocios, y sobre todo mantener personas con elevada calidad de vida… pero honestamente, ¿queremos lo mismo que teníamos o vamos a abrir paso a nuevas oportunidades?
Desde la entrada en la era post_Covid experimentamos una mayor autoconciencia y compruebo a diario cómo la mirada de much@s se cuestiona y pregunta: ¿a quién le interesa vivir en un país con altos crecimientos si hay personas que no tienen acceso a los derechos más básicos y mueren de hambre unas calles más abajo?
La salud hoy ya no puede ser vista y vivida como un conjunto de recomendaciones, consejos y actividades nutricionales, físicas, mentales y relacionales a la persona. La salud hoy necesita inmersión y una nueva comprensión. Ha de sumirse en un ejercicio de autorresponsabilidad sobre el propio estilo de vida y de autoconciencia sobre el impacto que mis actitudes y comportamientos tienen en mi y en los demás.
Porque salud no es sólo la ausencia de enfermedad. Salud es un completo estado de bienestar físico, mental, relacional y a los que en WHI-Institute añadimos la salud de nuestros entornos y de nuestra interioridad. Y el único camino que genera calidad de vida es el que se emprende desde la salutogénesis, una invitación al autoconocimiento.
Crisis sanitaria y crisis económica: ¿qué vamos a priorizar?
Este es un momento para redefinir objetivos y para replantearnos nuestro estilo de vida. Es momento de llamar, discernir y expandir nuestra autoconciencia y visión al mundo y su sostenibilidad. Y con la ampliada visión de sostenibilidad ir a reelaborar lo auténtico, lo que nos hace esencialmente valiosos y únicos. Para discernir qué vamos a mantener y qué haremos nuevo, para comprender lo que debo aprender y desaprender. ¿O hemos olvidado acaso nuestro anhelo de perdurabilidad? Ha llegado el momento de madurar, abrirse y dirigir la mirada hacia adentro.
El PIB y la calidad de vida: ¿qué y cómo medimos?
A partir de los años setenta del pasado siglo comienza a cuestionarse de manera más profunda, la validez del PIB para medir aspectos relacionados con la calidad de vida de los ciudadanos y el progreso de la sociedad.
Pero no fue hasta la gran crisis de 2008 -y aunque su origen fue financiero y no sanitario nos sirven las consecuencias- cuando se originó gran malestar causado por sus efectos sobre la sociedad y se creó una comisión (Comisión Sarkozy por su impulsor) para analizar la medición del desarrollo económico y el progreso social.
Su misión era “el reconocimiento de los límites del PIB como indicador de los resultados económicos y el progreso social, identificando las variables que su medición debería tener en cuenta para evaluar un desarrollo sostenible”. El resultado se hizo público en 2009 y el “Informe de la Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social” suponía el posible inicio de un debate basado en la propuesta de doce recomendaciones principales.
De ellas, cinco relativas al bienestar material, cinco dedicadas a la calidad de vida y dos referentes al medioambiente y su sostenibilidad, incidiendo fundamentalmente en el concepto de sustentabilidad o capacidad del desarrollo para perdurar a lo largo del tiempo.
Recomendaciones de calidad de vida según la Comisión Sarkozy
De las cinco recomendaciones dedicadas a la calidad de vida, traigo a colación dos de ellas dada la relevancia que, su comprensión profunda e integración supondrían a nuestro progreso como sociedad y como individuos:
- Seis: La calidad de vida depende de las condiciones objetivas y las capacidades de las personas. Sería necesario dar pasos que mejoren las medidas estadísticas de salud, de educación, de actividades personales y de condiciones ambientales. En particular, debería llevarse a cabo un esfuerzo sustancial en desarrollar e implementar herramientas robustas y fiables de medida de las relaciones sociales, de la participación en la vida política y de la inseguridad, que pudieran considerarse para predecir la satisfacción con la vida.
- Diez: Las medidas del bienestar, tanto objetivas como subjetivas, proporcionan información esencial sobre la calidad de vida. Los institutos estadísticos deberían incorporar en sus encuestas preguntas cuyo objetivo sea capturar la evaluación que las personas hacen de su vida, de sus experiencias y de sus prioridades.
A pesar del creciente interés por la evaluación y medición de estas dimensiones propias del ser humano y del consenso existente sobre la inadecuación del PIB para esta finalidad y las claras muestras en las limitaciones de los instrumentos actuales, las recomendaciones no se han plasmado en medidas reales, ni en ningún cambio de los cánones actuales. Hasta hoy…
Hacerle sitio al bienestar y al desarrollo humano en los presupuestos: La mirada social
¿Salud o beneficio? ¿Personas o cuenta de resultados? ¿Acaso no son algo inseparable como las dos caras de la misma moneda? Para nada incompatibles, aún a veces observamos la paradoja de confrontar activos en algunas organizaciones.
Aunque no se dan los planes perfectos en momentos de crisis, si se está atento a las nuevas necesidades y realidades se observan oportunidades que podemos acelerar. Y es que después de la rápida implantación de modelos digitales en nuestro trabajo, relaciones, ocio, formación…, nos queda por ver ahora una segunda aceleración y esta tiene que ver con nuestro crecimiento en calidad de vida y la adopción de nuevos índices de desarrollo económico.
A partir del informe a.m. de la Comisión-2009 se abrió un amplio abanico de iniciativas y ha proliferado la construcción de indicadores e informes de organizaciones internacionales que han puesto el acento en la necesidad de medir adecuadamente el bienestar, el progreso, el desarrollo sostenible y la calidad de vida de las sociedades con métricas que sustituyen o complementan al PIB.
Albert Einstein afirmaba sabiamente que “No todo lo que cuenta puede ser contado y no todo lo que es contado, cuenta” y nosotros, desde nuestra humilde posición, quisiéramos concluir que el bienestar económico cuenta y puede ser contado.
Iremos aportando en sucesivas entradas de este blog aquellos cuyo punto común es constituir la medición de los aspectos que realmente importan a los ciudadanos y ayudan a crear herramientas para la formulación y evaluación de políticas públicas y privadas que incidan directamente en el bienestar individual y económico y la mirada de sostenibilidad (ODS-2030) y calidad de vida de los individuos primero y las organizaciones después.