Hoy te traigo el artículo que desarrollé para la revista news3edad con el título Cómo se pueden reconducir los pensamientos negativos en la tercera edad. Apareció publicado en la página 4 del número 66 de Enero-Febrero de 2021.
Cómo actúa el Pensamiento y la mente: repitiendo las reacciones del pasado
El conjunto de pensamientos e ideas que llamamos “mente” tiene su sustrato y se referencia en las memorias acumuladas. ¿Y qué son esas memorias? Nada más que pasado, lo que sucedió en algún momento anterior de nuestra existencia. En aquella ocasión de nuestro pasado, se quedaron grabadas en la mente unas sensaciones. Algunas nos gustaban porque proporcionaban placer y las querríamos repetir, las deseamos. Y otras nos causaron dolor y las queremos evitar, nos dan miedo, las rechazamos porque no se ajustan a nuestras ideas sobre como deberían ser las cosas.
Y cuando hoy, en este momento, vivimos una situación de cambio, la que sea, la mente va a buscar alguna de aquellas experiencias. De aquellas experiencias pasadas no recordamos apenas ninguna. Pero el cerebro las registro en la mente y ahí quedaron dando forma a los patrones de respuesta y comportamiento. La mente entonces reacciona igual que lo hizo tomando justo aquella situación que “cree” se le parece.
De dónde vienen los Pensamientos Negativos (PN)
Los pensamientos negativos vienen de nuestras experiencias de aprendizaje, de todas las que hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida. ¿Por qué nos vienen pensamientos negativos y no vienen los positivos? Por la manera que ha desarrollado el Cerebro de aprender a lo largo de los millones de años de evolución. El cerebro, en su misión primordial de preservar la vida, ha aprendido desde las experiencias negativas que podrían poner en peligro la existencia. El cerebro busca siempre sobrevivir y superar dificultades. Ha aprendido sobre lo que hay que evitar para no dañar o arriesgar la integridad de nuestro organismo.
Esta es la razón de que la gran mayoría de la información que almacena el cerebro sea negativa porque así es como ha aprendido a evitar o hacer frente a lo que interpreta como amenaza. La neurociencia nos presenta que tenemos cerca de 80.000 pensamientos al día, de los que más del 95% son negativos. Y desafortunadamente, a menos que nos paremos a mirarnos, a observarnos, no nos damos cuenta de que esto es así. A lo largo del día podemos hacernos conscientes de unos 6.000 pensamientos.
Los pensamientos negativos impactan en nuestra salud global y mental
Hemos “normalizado” tanto el tener PN que, aunque no nos resulten agradables, no nos damos cuenta del efecto que tienen en nuestra salud. No prestamos atención a lo que nos sucede a nivel fisiológico. Y esto es así, porque nos creemos tanto lo que pensamos que nos dejamos llevar por estos pensamientos, sin observar el impacto que tienen en nuestra salud global y mental.
Cuando nos hacemos mayores, sentimos cada cambio que se da en nuestro organismo, como una perdida de vitalidad, de vida y de confianza en nosotros mismos. Vamos tomando conciencia de que el final de nuestra existencia física está cada día más cerca.
Y nos dejamos llevar por temores y desconfianza, sin darnos cuenta de que cada cambio que vivimos a medida que nos hacemos mayores, por pequeño que sea, es una invitación a vivir y a seguir conectado a la vida que somos.
Viviendo el cambio como una amenaza
Podemos vivir los cambios como una oportunidad o cómo una amenaza. Si lo vivimos como una amenaza, la mente se llena de pensamientos negativos. Y cada uno de ellos, refleja nuestros temores inconscientes, ya sea a la dependencia, la vejez, la muerte, la soledad, el rechazo, el abandono… Entonces podemos sentir ansiedad, tensión nerviosa, irritabilidad, y otro tipo de trastornos orgánicos y sistémicos.
La ansiedad es una de las manifestaciones que se asocian al estrés. El estrés consiste en una serie de alteraciones internas que se producen cuando el organismo percibe una amenaza a su bienestar, a su estado de equilibrio, a su existencia.
Viviendo el cambio como una oportunidad
Sin embargo, cuando nos enfrentamos a un cambio percibiéndolo como una oportunidad para conocernos en algo nuevo, nuestra actitud en lugar de ser de rechazo se convierte en aceptación y así es como aprendemos a adaptarnos. Aunque esta vivencia del cambio nos genere ansiedad y también estrés, nuestra experiencia va a ser de madurez y crecimiento. El estrés es “la respuesta adaptativa del organismo ante los diferentes estresores”.
El estrés no son sensaciones subjetivas ni trata de un plano sensorial, sino de una serie de acontecimientos que son fisiológicos y medibles, protagonizados por el cerebro, el sistema hormonal, el sistema inmunitario y muchos otros órganos. Bien entendido y entrenado, el factor estresor nos está invitando a adaptarnos a la nueva situación, a adaptarnos a los cambios que van sucediéndose.
¿Podemos evitar los pensamientos negativos? No, ni se pueden evitar, ni se pueden erradicar. Lo que toca hacer, si queremos hacer algo útil es aprender a parar y aprender a empatizar antes que con nadie más, con nosotros: viendo qué nos pasa, y en que momento y por qué hemos perdido la paz.
Lo que sí podemos es recuperar la paz interior
En algún momento de nuestras vidas hemos conocido esa paz, esa serenidad. Es un sentimiento de calma. Es un estado de no preocupación. Cada PN es una invitación a parar y a encontrar significado y sentido a lo que está pasando, bucea para dar con ello.
Cuando vivimos con la determinación de querer superar nuestros limites y limitaciones, y aunque nos asalten los PN, ya los reconoceremos y no nos dejaremos arrastrar por los que inducen el rechazo a lo que vivimos. Lo que haremos será poner en juego nuestra “voluntad de sentido” como la llama Viktor Frankl. Y saldremos adelante, satisfechos y habiendo encontrado el significado de ese cambio para mi.
Un cambio que nos habrá ayudado a sacar nuevos recursos de nuestro interior, conoceremos nuevas facetas de nosotros. Y habremos aprendido a apreciar la vida que somos, amarla y respetarla.
¿Qué más podemos hacer?
La mejor manera de cambiar es querer cambiar. Y lo primero que necesitamos es desarrollar nuestra autoconciencia, es decir, tenemos que aprender a darnos cuenta de nosotros mismos. De cómo actuamos, hablamos, del impacto que tienen los pensamientos negativos en la calidad de nuestra vida. De cómo estamos influyendo y conectando con los demás.
Lo segundo que necesitamos es poner de nuestra parte, lo que podamos poner en cada momento para salir de “ese bullicio mental negativo”. Simplemente al verlo, se trata de tomar de nuevo la decisión de salir de ahí. Salir de ese lugar que nos empuja a criticar, a entristecernos, a aislarnos, ….
Cuando te pilles con un PN, no te fuerces en cambiarlo por uno positivo. No es así como recuperamos la paz interior. Sencillamente plantéate si este pensamiento te está siendo útil para vivir la vida que quieres. Y sino es así, descártalo. Porque lo único que sí podemos cambiar es nuestra decisión de querer vivir nuestra vida desde un lugar valioso, acogedor y amable.
Propuestas que te acompañan en el camino hacia la paz interior
No existen fórmulas. Tenemos que encontrar cada uno de nosotros nuestra propia manera de ayudarnos a cambiar los hábitos y la “adicción” que tenemos de PN. Con la ayuda de algunas recomendaciones prácticas podemos facilitar nuestro entrenamiento. Aquí te dejo algunas propuestas que te acompañarán en este recorrido hacia la paz interior:
1- Trasciende el pensamiento negativo
Esto no implica dejar de pensar o querer cambiarlo por un pensamiento de tipo positivo. Significa que no te dejes arrastrar por las “películas” que cuenta la mente, que no le sigas la corriente.
2- Entrena tu mente cada día
Entrena tu mente añadiendo alguna actividad nueva a tu día. Preferiblemente si es por la mañana o antes de irte a dormir. Trata de que esta actividad:
- Te ayude a conectar con el valor que tiene la Vida y tu vida
- Mira alguna película (como por ejemplo “Qué bello es vivir”) que te ayude a ver cómo también tu vida ha impactado para bien a mucha gente.
- Llámales y pide que te lo cuenten.
3- Ábrete a los demás.
Acoge a todo el que se cruza contigo con una sonrisa, con una palabra amable. Hazlo, aunque no te contesten, y comprueba lo que pasa…
4- Déjate querer
No te acojas a la corriente de la humildad mal entendida. Déjate querer, acepta los cumplidos, los elogios, la amabilidad y el cariño de los demás. Recuerda que somos seres sociales y tendemos a aislarnos en sociedad.
5- Renuncia al control
Renuncia a controlar todo lo que pasa o pasará cuando ya no estés. Hay una frase de la película el Guerrero pacífico (otra película que te recomendamos) que dice:
No puedes rendirte ante tus sueños, tienes que rendirte ante lo que no tienes, y nunca tendrás el control de todo.
El guerrero pacífico
6- No caigas en el veneno de la autocompasión
Cada día es un regalo. ¿Lo agradeces? Vive cada día como si fuera el último de tu vida. ¿Qué harías, a quién llamarías, en que te ocuparías? Recupera tu curiosidad … ¡Déjate sorprender!
7- Mira hacia dentro
Desarrolla tu mirada al interior y no dudes que dejas un legado de bondad y que aún tienes mucha luz y ternura que aportarle al mundo. No eres otra cosa.
