¿De qué hablamos cuando hablamos de Organizaciones Humanas?

¿Qué nos pasa en el trabajo? John Naisbitt nos decía: ”Los más apasionantes avances revolucionarios del s. XXI no ocurrirán por la tecnología, sino por un concepto expansivo de aquello que implica ser humano”. Hoy queremos empezar a hablar de las Organizaciones Humanas y qué entendemos por ellas.

Sin entrar en definiciones, de entrada, podremos reconocerlas porque es un lugar que destila vida. Por toda ella se expande el crecimiento personal, se siente un lugar sereno en el que se dan conexiones de calidad humana. Y siendo que nuestra naturaleza nos lleva a estar interconectados, ¿por qué resulta tan fácil caer en el sentimiento de soledad? Y, ¿por qué me siento separado del resto?

¿Por qué no puedo sentir que soy “yo mismo” en este entorno? Porque en el trabajo dejamos atrás una parte muy grande de “mí mismo”.  Y ¿por qué lo hacemos?

Por un lado, tiene que ver con nuestros miedos personales. Esos temores que tenemos los empleados: temor a ser inadecuados, a ser diferentes, a no encajar en el grupo. Y nos parece que reducimos estos miedos si solo mostramos una pequeña parte de nosotros. Nos parece que «controlamos» y creemos que estamos más seguros.

Así nos vamos limitando. No vemos como en esa jaula no somos. Que no es posible realizarnos creativamente. Que no conseguimos darnos a plena potencia. Y aunque no me doy cuenta, en el fondo siento que estoy traicionándome de algún modo no siendo fiel a mi anhelo de ser plenamente quien soy.

Tiene que ver, también, con los temores de las organizaciones, que necesitan sentir que controlan o minimizan el “riesgo” de ser una comunidad. Porque, ¿qué pasaría si cada uno se muestra cómo es? Podría pasar de todo y: “Vaya usted a saber si nos distraemos de nuestros objetivos ¿qué sucedería?”. Que necesitamos redactar estándares, manuales y principios ¡para todo! Si no hay confianza en la bondad y capacidad de las personas para resolver los problemas de forma flexible y creativa, es difícil que se genere el ambiente que propicie se den conexiones plenas y humanas.

Si no hay confianza en la bondad y capacidad de las personas para resolver los problemas de forma flexible y creativa, es difícil que se genere el ambiente que propicie se den conexiones plenas y humanas.

Las organizaciones humanas ven una oportunidad en esa dificultad de las personas a atreverse a ser “nosotros mismos”, en el entorno del trabajo. Destinan recursos a crear espacios que potencian la práctica del apoyo mutuo, en los que aquellos miedos y temores se trascienden. Las organizaciones humanas apuestan por promover el sentido y propósito de cada uno y potencian ser plenamente quien somos impactando más allá de uno mismo. Saben que facilitar crecer como ser humano no solo hace disfrutar, sino que es donde se juegan la cuenta de resultados y la sostenibilidad a largo plazo. Algo imprescindible hoy día.

¿Podemos desplazar las relaciones a un lugar más sano? Las organizaciones humanas crean espacios que llevan a las personas a aprender lo que no saben en el propio camino. “De dentro afuera”. Porque es ahí dentro donde estamos llenos de vida y donde descubrimos que las relaciones ineficientes y desconfiadas se transforman. Y en el trabajo, se renueva el ambiente y ya nos miramos unos a otros reconociendo el valor y la grandeza de cada uno.

Las organizaciones humanas destinan recursos a crear espacios en los que aquellos miedos y temores se trascienden. Apuestan por promover el sentido y propósito de cada uno y potencian ser plenamente quien somos impactando más allá de uno mismo.

Las organizaciones humanas crean espacios donde las personas se ayudan mutuamente a recuperar aquellos aspectos de nosotros mismos que hemos descuidado cuando solo mostrábamos una pequeña parte de “mí mismo”. Permiten que desarrollemos propósito y hacen que disfrutemos y seamos felices con nuestro trabajo, unido y apoyado por el de los demás.

¿Te imaginas vivir en un mundo donde disfrutas el trabajo que haces cada día?