Hoy madrugué mucho para ir con ilusión a Madrid. Entre otras cosas, me iba a encontrar con un colaborador en el que confío y aprecio un montón y que nos está apoyando a abrir camino en esta ciudad. También me reunía con dos mujeres empresarias, gente maravillosa al frente de una agencia de comunicación que está haciendo un gran esfuerzo para crecer. No entraré en detalles, pero la verdad es que ahora, en el tren de vuelta a Barcelona me doy cuenta de que mi ida a Madrid me está recordando el famoso cuento de «la lechera». Sabes cuál, ¿verdad? Ella caminaba ensoñadora para vender la leche que llevaba en el cántaro, apoyado en su cabeza… y, tropezando con una piedra del camino, da un traspiés, se le rompe el cántaro, se derrama la leche y ya no tenía granja, animales, castillo, … ni nada de nada.
¿Qué hacer cuando parece que todo se viene abajo?
Me he alegrado al leer cómo se ha formulado y ha surgido la pregunta espontáneamente. A veces no nos damos cuenta de que la respuesta está en la propia pregunta. Así es en realidad: en este caso, la palabra clave es “parece”.
¿Por qué? Porque al pronunciar este “parece”, estoy admitiendo tácitamente algo interesante:
- Nos mostramos abiertos a que quizá puede haber otros puntos de vista: A ver: ¿porqué abajo? ¿abajo de qué? ¿qué había?
- Me empiezo a dar cuenta de donde tenía puesta la mirada, cuantas interpretaciones y expectativas tenía sobre el tema especifico, sobre las personas, …
- Y esta apertura va, de instante en instante, dejando aflorar valores como la perseverancia, la resiliencia, la comprensión, el sentido y amor a la verdad, …
- Y así, por último, se va abriendo paso la aceptación.
¿Qué es la aceptación?
Mucho se ha escrito y hablado alrededor de esto que llamamos aceptación. Aunque se la confunde a menudo con la resignación, una especie de rendición forzada acompañada de frustración, la aceptación real nada tiene que ver con este autoengaño.
Entonces, ¿qué es? La aceptación es un valor porque viene acompañada de paz y humildad. Una profunda paz nos alcanza cuando de verdad estoy aquí y ahora viendo y viviendo nada más que este momento.
También aceptación es una actitud, porque me mueve a la acción de comprender. Es la acción de pasar de la mente al corazón para volver de nuevo a la mente, aunque ahora es una mente renovada. Renovada por la comprensión del corazón, esta mente puede acoger a la lechera y su sueño roto, con todo su dolor al quedarse sin granja, vaca, pollitos, castillo …
Aceptación y Transformación
También la acción de profunda comprensión ha renovado a la lechera. Y llega el momento de real aceptación al ver que todo lo que hay en el cuento era eso, un cuento. Precioso, sí, pero un cuento. Este es el momento de conexión con la verdad: la autenticidad que solo se presenta y vive ahora. Aquí y ahora, con la fuerza de la autenticidad y agradecida por el precioso día vivido, voy recogiendo los pedazos del cántaro de aquel primer cuento.
Mientras lo hago, encuentro nuevos tesoros y me doy cuenta de lo que me hace vivir y sentir viva siempre: y es que gracias a vivir este ahora, podré escribir otros capítulos, quizá otros cuentos que serán totalmente nuevos. Todos podemos renovar nuestra mirada y con ello transformar nuestra existencia y nuestra vida.
¿Hay alguna técnica para practicar la aceptación? ¿En qué bastón me apoyo?
Aunque no hay ningún camino trazado y lo importante es que cada uno empiece su camino, puedes preguntarte si existe alguna técnica que facilite la aceptación.
Tanto el Mentoring como el Coaching pueden ser soluciones para ti. Para discernir lo que más se adapta a ti, mejor si analizas entre estas dos populares técnicas de acompañamiento, sus beneficios y diferencias entre mentoring y coaching.
Abrirse a la aceptación es abrir y renovar la mirada. Cuando te decides a confiar en que la transformación es posible, este camino a la aceptación da mayores frutos cuando se recorre en compañía. Para hacer este camino en grupo se ha diseñado el viaje Lifecourse InCompany que abre paso a vivir la historia aún no escrita, la que renovará a esta persona, este equipo, esta organización.
Y este viaje no es algo externo como puede parecer: estamos destinados a crecer juntos para tener algo que dar. No sobra nadie, estamos todos en el viaje porque siempre es posible recomenzar: esa es nuestra grandeza y nuestro reto como humanos.
De hecho, es gracias a los demás, a nuestras diversas relaciones, que podemos ver, aceptar e integrar lo que voy descubriendo de mí y, a medida que lo hacemos ganamos altura. Porque nunca puedes dejar huellas duraderas si siempre caminas de puntillas. Te animo a que te atrevas a volar y ganar altura.
Es este camino de altura el que nos hace llenar nuestra interioridad y salir de la vida sin sentido. Como decía el famoso emperador y guerrero romano:
Ningún lugar al que puedas ir es más pacifico ni más libre de interrupciones, que tu propia alma.
Marco Aurelio