Mindfulness se refiere al proceso mental de llevar la atención a las experiencias, emociones y pensamientos que ocurren en el ahora. Es llevar a cabo un proceso de observación de uno mismo, en el que – y es importante – no se enjuicia lo que se observa.
Accedemos aplicando diferentes técnicas, entre ellas la meditación, con constancia y disciplina. Entonces, este entrenamiento genera un estado activo de atención en el que uno se hace consciente y se da cuenta del condicionamiento propio. Y en eso radica su poder: en el darte cuenta.
¿Por qué?
Porque cuando te topas con ello, puedes empezar a transformar tu realidad. La tuya. La única sobre la que puedes actuar. Y más importante: empieza a aflorar tu autenticidad. Ser auténtico es mucho más que “ser tú mismo”: es ser, vivir y mirarte a plena potencia. Dialogando contigo mismo. Desde un nuevo lugar. Y descubrir ¿qué te mueve en la vida?
¿Por qué entonces están apareciendo estudios y revisiones científicas sobre los riesgos que el Mindfulness tiene para la salud? Un estudio realizado por el Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Clínico San Carlos, entre otros análisis de carácter internacional, ha puesto de manifiesto en 75 artículos, que la práctica de diversas técnicas de meditación concentrativa con mantras, yoga y mindfulness inducen a graves complicaciones neurofisiológicas.
Y esto sucede porque para alcanzar una comprensión más profunda de lo que acontece en la meditación, uno tiene que haber desarrollado un sentido de sí mismo y un propósito coherente. Para comprender importa aprender a mantener relaciones maduras, humanas, saludables que dan fuerza y potencian el desarrollo a plena capacidad de quién yo soy.
Requiere haber ido previamente al encuentro de la propia interioridad con autenticidad.
Igual ocurre en las organizaciones. Adelantamos en el post anterior el artículo citado en el Expansión donde asegura «La meditación no elimina el estrés de un mal entorno laboral«. Quizás la clave está en las preguntas que nos hacemos. De verdad, dime: ¿cuánto tiempo dedicamos a encontrar lo qué nos une? ¿Reflexionamos sobre para quién vivimos y trabajamos? ¿Nos conocemos y hablamos confiadamente de por qué hacemos lo que hacemos? ¿Trabajamos y compartimos el sentido y propósito de nuestros empleados?
A menudo tenemos miedo de mostrarnos tal como somos y con todo lo que somos. Generalmente se debe a que, en verdad, no nos conocemos. Y, por tanto, no vivimos con valentía desde el sentido profundo que nos dan los tesoros y valores propios.
Si queremos talento auténtico, – nuevo o renovado, no importa – empieza por asentar las bases de un ambiente de trabajo humano, en el que se confía y seguro.
Meditar es vivir con sencillez y honestidad en el mundo tal cual es. Sin querer cambiar nada, ni de ti ni de los demás. Sin enjuiciar ni interpretar. Abrirse y dejar que salga de dentro la aspiración de ponerse al servicio, encontrando sentido, creando propósito. Ese es el nuevo liderazgo que destilan las organizaciones que se mueven por su propósito. Las organizaciones llamadas humanas. Porque aquello que va más allá de ellas mismas deja huella.