¿Tenemos que estar siempre positivos? Hay un sentir general en la sociedad que nos hace “esforzarnos” y cambiar los pensamientos negativos en positivos sin ton ni son. Sin embargo, ¿es ese un estado que favorece mi bienestar mental? Sabemos en la Escuela de Competencias para la Vida y la Salud que es la mente en calma la que nos da paz, serenidad, tranquilidad y fuerza para enfrentarnos al día a día.
¿Cómo conseguir ese estado de calma?
“¡Hay que pensar en positivo!”
“¡Sonríe! Hoy es un gran día”… son frases que escuchamos muchas veces al día y más en tiempos complicados como los actuales. Parece que se haya extendido un positivismo sin causa, que hace que muchas personas se frustren porque no se vean capaces de seguir ese halo de tener que estar “siempre feliz”. Sin embargo, es la mente en calma, la que nos da paz. Porque no siempre las cosas salen bien según como esperamos, ni la situación que nos envuelve es la más propicia para estar siempre felices.
Sin embargo, es posible sentir bienestar, sentirse saludable, aun cuando se esté pasando por una situación difícil. Solo es necesario adentrarse en un mismo, y comprender y reconocer lo que se puede hacer para ganar en calidad de vida y mejorar la salud mental y cerebral.
Una mente positiva no es una mente calmada
Bloquear las emociones llamadas negativas puede tener consecuencias desfavorables en la salud. Estar constantemente reprimiendo las emociones es agotador física y mentalmente. Por esto, es importante, darse cuenta que siempre podemos saltar al encuentro de la paz interior. Ese sentimiento de serenidad, de calma. Ese estado de no preocupación, de paz.
Una mente positiva no es una mente calmada o silenciosa. Porque cuando empiezo a observar mis pensamientos negativos y me digo que no me gustan, a menudo nos forzamos en cambiarlos por pensamientos positivos. Eso implica que me obligo, lucho por no tenerlos: porque no quiero estar ahí, pero si me estoy forzando a cambiarlos sigo “en pelea” conmigo y no en serenidad.
¿Cómo conseguir paz interior?
El primer paso es sencillo. Hay que dejar de calificar los pensamientos e interpretar si ese pensamiento es bueno o malo, positivo o negativo. Ya reiteramos en todas nuestras formaciones y recursos que lo único que importa es plantearte si este pensamiento te está siendo útil para vivir la vida que quieres: ¿Es útil para tu felicidad? Porque si no es así, descártalo.
Ya hemos aprendido que pensamiento y emoción forman un binomio indisoluble y que los pensamientos negativos están aflorando automáticamente, por patrón, sin nuestra intervención, causándonos ansiedad. Hacernos conscientes de lo que sucede en nuestro interior y darnos cuenta de las emociones incoherentes que surgen, como el enfado, celos, rabia, frustración… hace que se liberen miles de compuestos químicos acordes con estas emociones. Esta es una cascada de reacciones bioquímicas que no podemos pararlo. Si lo hacemos vamos a sufrir mentalmente y en el organismo se bloqueará la energía propia de las reacciones que aún se han de dar.
Por eso lo más inteligente es no hacer nada. La vida ya sabe, ya libera. No hemos de hacer nada, solo observarnos y darnos cuenta de lo que sucede. Y también es cierto que, como seres humanos conscientes tenemos una capacidad única, la de poder apelar a las emociones de más alto rango, sentimientos como el amor y la compasión desprenden una calidad energética que envuelve el corazón y crea un campo electromagnético intenso.
Para cambiar, para vivir, consumimos energía. Darnos cuenta de que en origen somos invulnerables, y que todo lo que sucede es pasajero, también el pensamiento-emoción negativos, nos ayuda a crear resistencia de superación, resiliencia y potencia nuestra capacidad de reparar el cuerpo.
Tanto es así, que el corazón compasivo, y que auténticamente siente compasión, crea el campo magnético cinco mil veces más fuerte que el producido por el cerebro. Y esto está científicamente demostrado.
Los tres ingredientes clave
Para conseguir la paz interior, sólo necesitamos hacernos conscientes de tres pasos:
1. no aferrarse a lo que no está en nuestra mano solucionar. Suelta todo lo que no depende de ti. Si miras bien veras que de verdad hay muy pocas cosas que solo dependan de ti: ¿qué dirías, un 5, o un 10, ¿un 15%?
Suelta y deja ir lo que no te corresponde, lo que no es de tu incumbencia. Simplemente está sucediendo para que te des cuenta de ti, de dónde y en qué estás colocando tu mirada. Somos conscientes de aquello a lo que le prestamos atención. Solamente eso existe, porque todo lo demás se nos escapa…
2. no preocuparse por lo que los demás piensen de uno mismo. Nadie ha nacido para cubrir las expectativas de nadie, ni siquiera las de uno mismo. Dejamos nuestra alegría y felicidad en manos de muchos otros, – personas que consideramos de “autoridad” en nuestra vida- Y perdemos la confianza en nosotros mismos, escondemos el corazón y enjaulamos el alma. Dejamos de amar y de ser libres. Sin ver que amar, ser libres, está desde el origen en nosotros.
¿Qué hacer? Podemos indagar hasta dar con lo que nos hace sufrir, ese juicio, ese pensamiento, esa idea, … La clave es poner la atención en uno mismo.
3. Y, por último, hay que encontrar el significado y sentido a lo que está pasando. Todos podemos desarrollar la habilidad de encontrar significados que nos llenan, nos expanden, nos crecen en todo…
Al final, date cuenta de algo muy importante: la calidad de tu vida es un reflejo de la calidad de tus significados. Puedes preguntarte: ¿en qué basas lo que vas a hacer? ¿a quién sigues? ¿a quién quieres creer?
No podemos programar ningún nuevo destino, no podemos crear de nuevo nuestra vida si estamos continuamente viviendo entre pensamientos negativos, ya sea porque los sigo o porque los rechace. Estar ahí es cronificar las reacciones orgánicas propias del estrés y vivir como si nos sintiéramos perpetuamente amenazados. ¡Seguro que no es eso lo que quieres para tu vida!
La apuesta
Estar determinado a saltar para llegar al centro de nuestro ser es posible. Para hacer este camino no se necesitan ningunas características en particular o talentos especiales. Basta con querer ir más allá de la importancia personal que nos damos. Basta con la determinación de explorarnos y descubrir qué es eso que guardas dentro. Esa parte invisible, esa energía que te permite dar el salto y pasar de vivir en el modo de cerebro sobrevivir al cerebro creativo, imaginativo, inspirado.
No te pierdas esta invitación, esta llamada a la vida. Para acompañarte tienes a tu disposición un recurso muy valioso: el curso “¿Sobrevivir o Vivir?, Hablamos de salud” Porque este es el significado de lo que sucede, que aprendas a vivir y enamorarte de la vida, de la salud, del amor que está pidiendo paso.