¡Ves de la autoayuda al autoconocimiento!
Ahí va, aquí te lo lanzo: ¡Soltemos la autoayuda y entremos en el autoconocimiento! ¿Te atreves a apostar por ti? Me da la sensación, es más, tengo la certeza que si nos atreviéramos a dar este salto bailaríamos con la vida en lugar de tropezarnos con ella.
Por eso, desde tu hogar digital, la Escuela de Competencias para la Vida y la Salud, te deseamos de todo corazón para este nuevo año, el 2021, que puedas cumplir tu propósito de vivir. Auténticamente vivir no necesita nada de fuera, sólo a ti.
¿Qué es la “autoayuda”?
Por autoayuda entendemos todas las iniciativas que se ocupan de que sobrevivas a lo que trae la existencia. ¿Sobrevivir a qué?, dirás… Pues a todo lo que nos incomoda, a todas esas inseguridades de las que nos gustaría escapar.
Para entendernos, se resumen a menudo en esas listas de posibles soluciones-promesa. Se trata de propuestas fáciles, rápidas, del tipo “las claves para…” y aquí añade ahora todas esas cuestiones que nos hacen sentir malestar, relacionadas con nuestro cuerpo, mente, relaciones. Todas ellas llenas de buenas intenciones, no lo dudo, y de hecho, he practicado muchas de ellas.
Son esas ‘fórmulas mágicas’ que compramos en el exterior. Y lo que compramos con esa fórmula, es una creencia externa: la creencia en la posibilidad de conseguir cambios. Cambios en nuestra vida e ¡incluso en nosotros! que, además, se van a materializar de forma rápida. Porque eso nos prometen esas soluciones que nos hacen creer que, en 7, 14 o 21 días, nuestros problemas estarán resueltos. Que podremos erradicar todo aquello que nos angustia. O cuando menos, que habremos podido cambiar hábitos, introducir otros nuevos, y un largo etc…
El día de la marmota (el día del desengaño)
Nada es más seductor para la mente que promesas de este tipo: rápidas, fáciles, y que han probado no sé cuantos antes que tú, en los que se han dado los cambios que estás deseando introducir. Aunque, como practicante de algunas de estas soluciones, sé lo fugaz de su resultado. He comprobado que mayormente, lo que compramos son sucedáneos para sobrevivir, para escaparnos de los acontecimientos de cada día que no nos gustan.
Como investigadora y observadora de la naturaleza humana aporto hoy dos cosas para nuestra consideración, porque tenemos que conocer su impacto en nosotros. Y son:
- La existencia y significado del efecto placebo, ya sea en las fórmulas que llegan en formato píldora-medicamento o como píldora-“5 claves para cambiar tu vida”,
- Lo efímera, inconstante y caprichosa que es la mente humana auto-referenciada.
Así que nos llega, un día, el desengaño. Es ese día en que, ya cansada de tropezar con ‘piedras’ parecidas, una y otra vez, nos atrevemos a quitarnos la tirita exterior, para mirar la herida, el rasguño, la cicatriz, lo que sea que nos duela.
Somos un regalo para el mundo y no lo sabemos… o no lo creemos
Somos un regalo para el mundo y, con las fórmulas de autoayuda, lo que hacemos es escaparnos de vivir porque dejamos de atender nuestra realidad más humana: el dolor que nos duele. Y nos conformamos con dar de comer a ese ego-autoimagen. Y resulta que lo hacemos porque no sabemos que lo hacemos. Y menos aún sabemos que eso, no nos está ayudando como queremos.
Miremos bien lo que hacemos. De muchas maneras distintas, damos de comer a “ese yo” que pide que nos apliquemos con fuerza, a cambiar comportamientos, “ese yo” que empuja a que nos forcemos a erradicar los hábitos o cosas que no se ajustan a su autorreferencia. Pero “ese yo” nunca lo consigue porque nunca tiene bastante ni le parecemos lo bastante buenos.
Con el foco en la autoayuda, podemos conseguir algún cambio. Lo que digo es que es algo pasajero, efímero, fugaz. No llega a lo hondo, a ese centro en el que suceden y se cuecen las cosas auténticas. A ese centro en el que independientemente de lo que nos pase por fuera, se encuentra el origen de nuestro propósito y el origen de la salud, la Salutogénesis.
Y es por esta razón por lo que nada que venga del exterior y que nos aplicamos como si fuera una pomada para nuestro acné va a funcionar. El acné, además de una pomada externa que lo disimule y trate tópicamente, necesita para su verdadera erradicación que se produzca una regulación hormonal interna. Sólo así se recuperará un equilibrio perdido en el que son muchas las funciones y dimensiones esenciales que están implicadas.
Y esta recuperación tiene su origen en el interior de cada uno de nosotros, y por supuesto, requiere que encontremos los activos que necesitamos y le demos el tiempo de cocción para que la promesa de una “fórmula mágica” se transforme en una autentica “fórmula magistral”. En esta fórmula, el “magister” que la hace magistral, eres tú, maestro de ti mismo. ¡Y ojo! ¡Que no se trata de forzarnos a ser cada día un poco más “la mejor versión de nosotros”! Nooo, socorro, eso sería seguir haciéndole el juego a “ese yo” del que hablábamos. ¿Lo ves?
Los beneficios de poner la voluntad al servicio del autoconocimiento
Por autoconocimiento entiendo abrir la puerta a poner orden en nuestra vida. Y esto implica abrirse a la indagación, a querer conocer la esencia del ser humano que somos. Es abrirse desde el caos, a descubrir la verdad de lo que estamos hechos. Es tener el coraje de saltar y mirar. Sin caer en la tentación de querer cambiar nada.
Y como decía, no es tampoco el forzarse a “dar y ser la mejor versión de uno mismo”. Porque si seguimos ese rumbo, vamos a llegar a la “sociedad del cansancio”, y nos pondremos al límite del “burnout”, esa temible y silenciosa enfermedad que tan bien refleja la metáfora de la rana escaldada, la rana que se iba quemando sin darse cuenta a medida que el agua se calentaba. La rana que murió porque no sabía que estaba muriendo.
Y es que hasta de lo que nos perjudica nos hacemos adictos. Así es “ese yo” que siempre piensa, y nada más que piensa, que claro que cambiará las cosas. Y para eso, “ese yo” sí que quiere pócimas mágicas, ahí sí reclama “autoayudas” porque quiere conseguir “su mejor versión-su ideal.”. Vivimos una vida pensada y eso es lo que nos impide ser felices y auténticos.
Pues no, no es eso. Porque en la senda del autoconocimiento no hay ninguna lucha, no hay un forzarse a ser otra cosa, no hay un forzarse a cumplir ese ideal que nos empeñamos en lograr cada día y que, evidentemente nunca alcanzamos.
En la senda del autoconocimiento tampoco existe eso de la “autoestima”. En esta senda, empezamos a ver este concepto como un invento de la mente, que por supuesto no podremos alcanzar mientras no se cumplan con esos ideales mentales. Así que nunca vamos a “auto-estimarnos” …, ¡deja que caiga ese concepto y olvídate de autoestimarte! Busca la comprensión, y acoger desde la confianza lo que hay.
En la senda del autoconocimiento, también nos desprendemos de la culpa. Porque empezamos a saltar desde ese lugar en que sobrevivimos al lugar en que vivimos. Plenamente, riéndonos de nuestros errores, conociendo su origen, “ese yo”, empezamos a curarnos al completarnos. Y es que curar, la palabra “curar” en su sentido antiguo significa COMPLETAR.
Nos completamos cuando vivimos en todas nuestras dimensiones. Y lo hacemos conscientes de todas a la vez. Este es otro gran beneficio de la senda del autoconocimiento que impulsamos en la Escuela. Por alguna razón el autoconocimiento está siempre presente en los Cursos que ofrece la Escuela y es la primera de las Competencias para la Vida y la Salud que nombró la O.M.S.
En la senda del autoconocimiento nos vivimos completos, sanos, confiados y centrados en dejarnos ser. Ser lo que somos, y somos pura Vida.
En memoria al corazón de…
Y este escrito breve de hoy, penúltimo día del año 2020, lo quiero dedicar a todas las personas que se han ido en este año. Y muy especialmente a aquellas de las que tanto aprendí, aunque fuera a regañadientes a veces, y a las que tanto tengo por agradecer.
Comparto bellas memorias de mi padre José-Oriol y del profesor Antonio del Cerro. A ambos, un reconocimiento por su legado y brillante luz, su humor y por el coraje que transmitían aun entre sus fantasmas y tinieblas propias.