Pero… ¿Dónde se fue nuestro ritmo?
Puede suceder que ahora, a la vuelta de este parón -ya fuera forzado y/o voluntario- nos esté costando encontrar nuestro ritmo de trabajo. Además, nuestra energía vital acusa que aun hay mucho de incierto alrededor y en mí mism@: ¿qué pasará con el trabajo, con la vuelta a las escuelas, colegios, …? ¿qué pasará mañana?
El Principio del Ritmo dice textualmente: «Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación«. En el Universo todo tiene un movimiento similar al de las olas, de avance y retroceso.
El mismo movimiento que se da en el plano físico, también se da en los planos mental y emocional. Esto quiere decir que tanto nuestro humor como nuestros pensamientos también responden a ese ritmo.
¿Qué puedo hacer?
En una palabra: Confiar. ¿En qué? en el principio universal del ritmo. Perdón, pero ¿cómo dices? Pues eso: asumamos que estamos inmersos en este ritmo eterno y universal. Que el mundo está en constante transformación, yo mism@ lo estoy a cada momento.
Mira a ver: puedo medir y confirmar que cada 7 días se renuevan las células epiteliales. Con cada respiración se renueva la energía interna. Con cada alimento adquiero la energía de su origen. Lo vea o no, esto es verdad. Parar y darme cuenta de que esto es así y “yo” no intervengo para nada en ello, es clave para ganar grados de confianza.
Vale, pero… ¿qué va a pasar ahora?
No obstante lo dicho, el momento actual además de incierto es de alta complejidad. El cambio de paradigma se acelera como consecuencia de la aparición del Coronavirus y su implicación directa a cómo nos relacionamos, trabajamos, nos divertimos, ….
Y ya vemos en cuanto bajamos la guardia, como surgen los rebrotes. Podemos rechazar la evidencia, buscar y acumular datos tratando de demostrar que ya vuelve la “normalidad”. O podemos caminar y bailar este nuevo ritmo que, desde luego nos reta en lo personal, lo profesional, y en todo frente abierto que tuviera. Y a lo que más me apremia es a aprender a mirar de nuevo. Primero a mí mismo, a qué le doy crédito y qué es éxito para mi, qué me importa y qué estaba priorizando en mi vida…
Como decía Byung-Chul Han, toda época tiene sus enfermedades. Según nos describía hace 10 años en “La sociedad del cansancio”, en Occidente estábamos sufriendo un cambio de paradigma silencioso que nos conducía como sociedad al cansancio por su exceso de positividad. Y seguía diciendo que ello estaba dando lugar a una epidemia de enfermedad cerebral (neuronal es su término).
¿Recuperaremos el ritmo, qué ritmo?
B-C Han destacaba entonces que no preveía una epidemia bacteriológica ni viral, sino neuronal. De “violencia neuronal” calificaba el autor, a la realidad que estábamos viviendo para referirse a enfermedades como la depresión, el TDAH, el trastorno de personalidad, y el síndrome de desgaste ocupacional.
Describió brillantemente las consecuencias de la “sociedad del rendimiento” en la que el sujeto se convierte en “emprendedor de sí mismo” y adalid del “SI puedo” (puedo con los proyectos, las iniciativas…) y como esto toma el relevo al “NO puedo” de la “sociedad disciplinaria”, autoritaria y adalid del deber.
Pero ya ves lo que son las cosas, hoy, 10 años más tarde a la epidemia de enfermedad neuronal se le ha sumado la pandemia por Covid_19.
Personalmente y releyendo esta pequeña joya filosófica, veo y siento que esta realidad que vivimos es oportunidad para recapitular como seres humanos. Porque somos la única especie (que conozca) capaz de ser consciente de nosotros mismos, y por tanto de darnos cuenta de lo que nos tiene cansados, ¡hasta hartos ya! y quizá no veíamos.
Y podría ser el momento ¿porqué no?, de decidir que para nuestras vidas, queremos lo que nos ilusione, tenga significado y nos dé sentido y propósito. Esto si que llenará de ritmo nuestros días más allá de las enfermedades víricas y cerebrales que se sucedan.
El corazón y el cansancio
Y como “el cansancio tiene un gran corazón” (Maurice Blanchot) que sea ya desde el corazón que revisemos a qué retos, dificultades y necesidades más urgentes nos vamos a enfrentar en los tiempos más inmediatos. Y decidamos con consciencia en qué y cómo podemos contribuir y aportar valor. No importa si somos grandes o pequeños, no importa si joven o mayor, alto o bajo…, solo importa que mires y pongas tu corazón.
Sólo los que sembraron semillas de amor y esperanza sin importarles la cosecha están haciendo posible un mundo nuevo.
¿Bailamos el próximo baile?
Desde WHI-Institute hemos aprovechado estas semanas para vivir con corazón. Y este silencio ha servido al propósito de revisar dónde y cómo podemos aportar nuestro granito de arena ahora, en la realidad que vivimos y más vamos a vivir. La pregunta que nos hacíamos: ¿Qué podemos y sabemos hacer que ayude a los individuos a enfrentar las importantes demandas y necesidades que se dan y darán en muy diversos contextos?
Muy pronto y con mucha ilusión podremos compartir las novedades que nos apasionan con vosotros. Porque, aunque pequeños… seguimos comprometidos bailando al ritmo que trae la música AHORA haciendo nuestra la estimulante frase de Burke:
¡Qué lástima que pensando que puedes hacer poco no hagas nada!
Burke
Referencias usadas para este post
- “La sociedad del cansancio” Byung-Chul Han, Herder
- “La fuerza de la palabra” Blogspot. Federico Mayor Zaragoza