En un significado muy amplio, la Salutogénesis es la teoría científica que protege la salud ocupándose de los factores que contribuyen a que las personas permanezcan sanas a pesar de vivir condiciones desfavorables o muy negativas. Con este post nos centramos en ver cómo la Salutogénesis nos puede ayudar en estos tiempos de pandemia.
La Salutogénesis del modo más sencillo y comprensible posible
Salutogénesis se refiere a un modelo y teoría científica descritos en detalle por Aaron Antonovsky por primera vez en su libro “Health, Stress and Coping” (Salud, Estrés y Afrontamiento, 1979).
En un significado muy amplio, la Salutogénesis es la teoría científica que protege la salud ocupándose de los factores que contribuyen a que las personas permanezcan sanas a pesar de vivir condiciones desfavorables o muy negativas.
En el punto de partida la Salutogénesis sostiene que el ser humano tiende por naturaleza al desequilibrio, la enfermedad y el sufrimiento perdiendo con el tiempo la capacidad de reordenarse de nuevo. Es decir, que la salud debe ser constantemente recreada puesto que el caos y el estrés forman parte de las condiciones naturales de la vida.
La Salutogénesis es el proceso que nos facilita este cambio de paradigma y de mirada a la salud. No fue hasta muy avanzado el pasado siglo y una vez que la O.M.S. aportara su definición de Salud en 1948 que tomó más fuerza el cuestionamiento del modelo biomédico de salud-enfermedad en el que se había fundamentado la historia de la medicina durante siglos.
El modelo biomédico de causa-efecto no tiene en cuenta que el terreno de la enfermedad se da en un ser humano particular en un momento particular de su vida. Ninguna enfermedad tiene una única causa.
Por eso el enfoque simplista de causa-efecto es en sí mismo un acercamiento erróneo porque no es capaz de reflejar plenamente de que manera la salud se convierte en enfermedad y cómo la enfermedad puede revertir en salud. Incluso en los casos en que se identifiquen factores que predisponen a sufrir una enfermedad, estas vulnerabilidades no existen de manera aislada.
¿Por qué un mismo agente patógeno- al que todos estamos expuestos y tenemos incluso en el interior de nuestro sistema digestivo, por ej.-, hace enfermar a unas personas y no a otras? Si miramos bien nuestro organismo nos daremos cuenta de que es un sistema de sistemas, en el que todo está en interrelación.
La Salutogenesis operativiza y da contenido a la teoría general de sistemas, y constituye hoy día una de las teorías más relevantes y con más trascendencia en la nueva conceptualización de salud.
Se empezó a desarrollar entonces, ya muy a finales del s. XX, una mirada más amplia a la salud y al ser humano en su complejidad y completitud. Así se abrieron nuevas líneas de investigación sobre lo que impacta en nuestro organismo y nos hace perder la salud.
Y es que nuestro organismo es una magnífica obra de bioingeniería, de arquitectura, …, una máquina perfecta en su cometido de armonizar los intercambios energéticos a un nivel micro molecular. Y en él se dan multitud de reacciones físicas y bioquímicas como respuestas condicionadas de autorregulación.
La ‘señal de identidad’ de la Salutogénesis en relación con otras teorías de la salud
Hay varias. La primera es que la Salutogénesis ofrece un modelo de unificación, y una perspectiva sobre el entendimiento de las personas en toda su complejidad, en su contexto sociocultural y en interacción con el mundo que les rodea.
La segunda señal de identidad es que la Salutogénesis se ocupa de los factores que influyen en el proceso de la enfermedad y sobre todo en los que generan salud. Precisamente porque la Salutogénesis considera que la salud no es un estado de equilibrio pasivo, sino más bien un proceso inestable, de autorregulación activa, dinámica y multidimensional, propone y se distingue tanto a nivel académico, como individual, por su enfoque y énfasis en encontrar y desarrollar los recursos, activos y competencias que permiten que la salud sea constantemente recreada.
El modelo salutogénico está cobrando cada vez mayor fuerza y se está convirtiendo en uno de los referentes más prometedores en el diseño de políticas de prevención y promoción de la salud, lo cual es especialmente necesario en la atención y cuidado de la salud mental.
Los principales factores que explican este éxito son:
- La mirada y el abordaje multidisciplinar que caracteriza al modelo salutogénico. Este modelo aúna bajo la misma visión de la salud a investigadores procedentes de medicina, farmacia, enfermería, psicología, sociología y educación (Eriksson & Lindstrom, 2006).
- La potencia que supone la combinación de los Recursos Generales o Determinantes para la salud que en la Escuela denominamos “Activos para la Salud”, siendo las Competencias para la Vida su más claro referente generador de salud integral.
Y finalmente, y aunque la Salutogénesis es ya hoy, mucho más que el concepto del SOC, -Sentido de Coherencia-, la introducción de este concepto ayuda a instrumentalizar el proceso y nos facilita la acción. Se puede definir como la capacidad que tenemos los individuos y comunidades de reconocer, adquirir y utilizar los activos o recursos cuando los necesitamos.
Cuando se trabajan las 3 dimensiones del SOC, se afianza la capacidad para hacer frente a los factores estresantes y se consigue manejar la tensión con éxito, y afrontar la incertidumbre y el caos, manteniendo y recuperando la salud.
¿Cómo previene la Salutogénesis los trastornos mentales y en que difiere de las terapias psicológicas?
Al investigar sobre el estrés, la salutogénesis rechaza la hipótesis de que los factores estresantes sean intrínsecamente negativos. Y su hipótesis se posiciona en favor de la posibilidad de que los factores estresantes pueden tener consecuencias saludables o beneficiosas, dependiendo de sus características y, sobre todo, de la capacidad de las personas para resolverlos.
Con esta hipótesis, y a partir de los resultados que iba obteniendo en las diversas investigaciones, Antonovsky se planteó las preguntas que fueron claves en la fundación del modelo y la teoría científica de la Salutogénesis:
- ¿Por qué las personas se mantenían saludables a pesar de estar expuestas a tantas influencias perjudiciales?
- ¿Cómo se las arreglan para recuperarse de enfermedades y adversidades?
- ¿Qué tienen de especial las personas que no enferman a pesar de la tensión más extrema?
Especialmente la primera, la del “por qué” es la que llamamos “pregunta salutogénica”. Con este nuevo enfoque, a los profesionales que cuidamos de la salud mental se nos reta y enfrenta a desarrollar una mirada amplia hacia la persona, que ha de llevarnos a comprender al ser humano como un ser no sólo físico, social y mental, sino también anímico y espiritual. La vivencia de coherencia que promueve la Salutogénesis no es una línea de conducta fija y preestablecida, sino que lleva a relacionar la vulnerabilidad con el estrés.
Y nos plantea una orientación y una estrategia que, en la continua y dinámica recreación de la salud, nos facilita trabajar de forma integrada tres elementos o dimensiones en cada uno de nosotros:
1- Comprensibilidad: que se comprendan los retos y sucesos del propio mundo interior y del entorno, se reconozcan y se hagan explicables,
2- Manejabilidad: sentir que hay recursos disponibles para enfrentar las exigencias derivadas de dichos retos, y
3- Significado: que el esfuerzo que suponen estos retos para nuestro desarrollo, son causas por los que vale la pena comprometerse (Antonovsky, 1988).
Estas dimensiones nos permiten acompañar a ganar calidad de vida empoderando a las personas que sufren una enfermedad. O una adversidad que les hace perder el equilibrio de salud. La mirada de la Salutogénesis es muy social, y por ello, otro de sus aspectos distintivos es el énfasis en la movilización de los recursos no solo de la persona-individuo, sino que también acompaña a atravesar la individualidad para enlazarla con otros entornos comunitarios.
Algunas claves prácticas para afrontar la pandemia enfocadas en prevenir las secuelas psicológicas de…
- … el aumento del aislamiento social y la reducción de la vida social activa
- … la sensación de desconexión del mundo
- … la falta de comunicación ‘cara a cara’ y la ausencia de contacto físico humano
La Salutogénesis aborda el estrés como una habilidad que, adecuadamente entrenada nos permite encarar la vida y sus problemas de manera que se hace más fácil el afrontamiento al ver el mundo y, sobre todo, la propia vida, como significativa, comprensible y manejable (Antonovsky, 1987)
Al encarar las dificultades que nos presentan los acontecimientos, un primer paso, a mi modo de ver fundamental, es que necesitamos hacernos conscientes de los desafíos que nos plantean. Si rechazamos, nos enrabiamos o entristecemos, no sacaremos nada de los retos que tenemos por delante, no creceremos ni en salud ni como seres humanos.
Por tanto, ante las dificultades, inconvenientes, incomodidades, temores y todo lo que nos sucede, lo primero que necesitamos es entrenar la determinación. Es decir, ante toda esa dificultad, lo que tenemos claro y apostamos cada día, a cada momento… es por querer dar respuestas maduras.
Y es esta determinación la que va renovando en nosotros una actitud que podríamos llamar responsable (porque da respuesta, no se limita a reaccionar) y que irá reflejándose en nosotros, como una cada vez mayor sensación de confianza generalizada, duradera y dinámica.
Dicho esto, voy a mirar cada una de las situaciones descritas a continuación con curiosidad, tratándolas como la posibilidad de activar los recursos propios y resolver los conflictos que los sucesos nos plantean.
1- Ejercita el “Aprender a Parar” y aprender a escucharnos
La primera de las claves para abordar esta aparente soledad que nos impone la pandemia es justo esa, darnos cuenta de que la soledad no es algo que viene de fuera, impuesta por las circunstancias. Podemos mirar con curiosidad lo que nos sucede por dentro y, en lugar de seguir el impulso de “la película mental”, tomar la decisión de parar.
Y es solo si paramos que podrá surgir la acción que nos conecta con el deseo interno de no dejarse llevar por los caprichos de la mente que nos hace sentir amargados, frustrados, deprimidos, y.…, ¡añade lo que quieras!
Lo que nos enferma es no parar y no indagar en lo que nos pasa por dentro. Y es que muchos factores que alteran nuestro “ambiente interno” incluyen percepciones de que nos falta algo esencial. Si no paramos poco a poco se vulnera la salud mental, llega la tristeza, falta de motivación.
En cambio, si hay interés en comprender lo que nos sucede, en disolver el conflicto interno y superarlo, este interés nos lleva a abrir las páginas del libro del autoconocimiento. Si lo haces, «pillarás” esas voces-pensamientos que, sin darte cuenta te provocan inquietud, irritabilidad, frustración y que aumentan la sensación de que estas aislado, desconectado y perdiéndote algo.
Y tenemos posibilidades gracias al proceso de la salutogénesis que nos entrena a salir adelante, a mantenernos sanos. Nos mantenemos sanos con la escucha: detrás de este caos y del estrés que sentimos hay una energía que se reorienta cuando no se reprime, cuando se observa sin luchar contra ella. Y si puedes escucharte, podrás darte cuenta de que esos pensamientos son disparos de la mente humana.
Así que cuando sientas malestar, no lo toleres. Cuando los retos te superen, … no te abandones. Aunque este dolor mental-emocional no sangre, o no te inflame, SI está doliendo. No te escapes, no lo reprimas ni disimules, no te conformes con ese malestar. No pasará mañana. De hecho, no pasará hasta que no lo atiendas, hasta que no te atiendas. Aprender a parar y escucharte es fundamental para la salud. Y si no estamos saludables, ¿cómo voy a conectar con los demás?
2- Aprende a meditar sobre lo siguiente: ¿Estás aceptando lo que sucede?
Si quieres una respuesta saludable y una nueva clave para la acción social, de conexión con los demás, lo primero que tienes que ver y sentir es que sentirse conectado es algo interno. No necesitamos ningún elemento externo para estar en conexión con los demás. Y menos hoy día que disponemos de tantos elementos de telecomunicación.
Lo que quiero decir es que una auténtica sensación de conexión es interna. Pero necesita de la aceptación real, no simulada o disfrazada de otras cosas. Que quieras lo que tienes que querer, que es exactamente lo que esta ahí, en estas circunstancias. Si entras en lucha con lo que sucede, estarás separándote de lo más importante: de ti.
3- Potencia la creatividad
Todos buscamos al principio, técnicas y fórmulas magistrales que nos indiquen “cómo” salir del bucle, el conflicto y el malestar. Pero ¿qué pasa si te digo que la fórmula la tienes tú? Porque ser creativo es dejar que “el cómo” te venga. Y es que hay muchos “cómo” posibles.
Por ejemplo, un “cómo” muy eficaz es enfocarte en hacer nuevas actividades: música, dibujo, pintura, cocinar, manualidades… Pero solo resultarán de ayuda si lo haces con toda tu atención presente. No vale pintar y estar pensando en lo que has de cocinar, escribir, comprar, decirle a la vecina….
Hazlo para disfrutarlo tú. Cada momento, cada segundo, cada instante. Recréate en la actividad. Entrena tu atención. Y aprovecha la actividad para observar tu ruido mental.
4- Crea un Club de Lectura virtual.
Un club de lectura es una posibilidad que funciona también muy bien cuando falta el contacto cara a cara y la ausencia de contacto físico humano. Es como un grupo de apoyo. Hay muchas técnicas y posibilidades para crearlos. En la Escuela tenemos uno que nos funciona súper bien, los Círculos de Desarrollo. Tú puedes crear un Club de Lectura con un grupo de amigos que ya conozcas o puedes aprovechar para hacer nuevos contactos a través de tus rrss. O, incluso, nos lo puedes pedir.
Importante: Elige un libro que estimule tu desarrollo de activos, que potencie el encuentro contigo mismo y la expansión de tu propio estado de comprensión y conciencia que tienes en este momento sobre la realidad. Una recomendación: “El hombre en busca de sentido” de Viktor Frankl. O similares.
Insisto en que no lo plantees para demostrar nada a nadie, sino para situarte en un nuevo estado de conciencia, entrenar tu atención y tu capacidad de observación de ti mismo. Y para estimular la capacidad de compartir sin tratar de imponer opiniones ni juicios.
Esta actividad podría definitivamente ayudarte a conocer esas dimensiones que existen en ti y que tan olvidadas tenemos habitualmente.